Un símbolo puede ocasionar un presentimiento. El conflicto con la historia no deja de recordarnos que venerar un símbolo es descolonizar lo concreto, lo absoluto. Shitao aconsejaba “saber venerar”.
Hay un altar en el maíz. Un poeta entrerrianofrancés como Calveyra pregunta “quién se quedó con los granos de la espiga? ¿Convertida en marlo en la redondez del plato de blanco incandescente?, ¿una mazorca rubia de rubio incandescente?” (Maizal del gregoriano).
Todos preguntamos por la oscuridad del mundo. Hace falta que los altares recen, que sepamos venerar, que la subjetividad no colonizada pregunte por el maizal, de dónde viene, de dónde venimos, en dónde estamos, a quién ofrecemos la ofrenda. Qué pájaros van a dar con él en caso que humanos no demos con lo pensante.
Sacco, 2021