hagamos un silencio como el de las orillas oscuras
para escuchar esta voz innumerable y tenue
Juan. L. Ortiz
Lo que une a un grupo, lo que los congrega, no sólo son las ideas. Sucede también que los junte el viento, los lugares, los seres con que se relacionan, los dioses (aunque no haya) que veneran. Un grupo de pintores relacionados con el agua, con el río que pasa, los une también el paisaje, el clima, los árboles y los pájaros, con todo lo que sucede al borde del agua, esa voz innumerable y tenue.
Sin embargo, hay una cuestión en común que los lleva al Grupo Xauce, a tener una mirada sincera, auténtica. Es la relación del pintor con lo mirado. Todo lo que constituye el mundo, las cosas y los seres, todo lo que es observado y nos observa. Tienen conciencia de ello, y eso mismo expresan. El mundo es lo que nos pasa. La pintura, dice Merleau-Ponty, no se hace lejos de las cosas. ”El pintor, dice, _cuando trabaja no sabe nada de la antítesis del hombre y del mundo, de la significación y de lo absurdo, del estilo y de la_ ‘representación‘: está demasiado ocupado en expresar su relación con el mundo para enorgullecerse de un estilo que nace sin que él lo sepa.”
Lo que no quiere decir que una mirada es un estilo; la mirada del Grupo Xauce es una mirada consciente, gestual, necesaria, una mirada que dialoga con lo que es mirado; la mirada desde y hacia, los seres y las cosas; no importan los temas, los temas son siempre pretextos, importa lo elemental, el lenguaje con que alguien dice algo. Lo que importa es lo que queda limpio, intacto. Lo que deviene intacto, o intocable, es la mirada. Algo arde en forma para ser mirado, pero acaso porque algo mira; el mirar también “lo que nos mira“. Como una escucha, al hablar, uno dice para recibir, miramos para dar, para mirar quien mira.
El gesto, la forma, todo lo que envuelve al accidente, dialoga con la representación, con el signo, con la ausencia. Como los abismos, dos vertientes en la cual una está en su plenitud (la forma), y la otra se demanda, la otra nos traslada, se mueve, es mental. ¿A qué se refieren? al Ser, a lo inexorable, a lo más radical de lo posible.
Lo posible es siempre cercano. No es tanto lo real, como el acontecimiento mismo. Lo que sucede es siempre sensación, poesía, lo que sucede en el río, lo que sucede en los juncos, en los pájaros, las formas del cielo, la luz, los animales, y siempre, siempre el Ser en la pintura; los seres que se mezclan al lenguaje, los acontecimientos del mundo que se mezclan en el lenguaje. Miramos un árbol, el agua, no para saber qué dice, sino para que el árbol o el agua hable en nosotros. Esto ocurre cuando uno simpatiza con los lugares; “en cuanto la vida se instala, se protege, se cubre, se oculta, la imaginación simpatiza con el ser que habita ese espacio protegido” (Bachelard). Y el Grupo Xauce simpatiza con la poética de estos lugares de aguas turbias, de barcos tenues, los lugares que recibe la pintura, la pintura que merece su lugar, como quien mira debe merecer lo mirado.
Ramón Hache Oliva
Tigre 2009