Donde los ojos también comen, donde también respiran, donde sostenemos la pregunta por el hombre, todo lo que resta también es una falta. La pintura reflexiona una actualidad, una vivencia, una poética del mirar. Y son siempre los lugares sencillos donde evocarlos: en la mesa, en una silla, en un paisaje, en las herramientas que usa para inscribir en la materia ese árbol que vive en todo hombre, ese árbol que es todos los hombres.
“Ineluctable modalidad de lo visible: por lo menos eso, si no más, pensado a través de mis ojos”, frasea el Ulises de Joyce, y dialoga con esta propuesta de Ramiro Sacco, ya que pensado a través de los ojos en la modalidad de lo visible y lo invisible, en “los límites de lo diáfano”, es donde encuentra el lugar de lo pensado, de lo dicho y de lo creado.
Es sencillo como volver a mirar lo visible y lo invisible. Esto nos propone Sacco, ya que su pintura es sugestiva para el pensar y para la reflexión. Toma la pintura, ofrece su oficio, pero también rompe, pone madera, ofrece su poética.
Queda expuesto este diálogo con lo diáfano, entre tanta gráfica y tanta información de una actualidad cada vez más insulsa y trivial, rápida y celosa, como si entrar con los ojos en la vida es volver a quedarse quieto para recibir la ausencia, para ver el resto de lo dicho, como en una sobremesa, o estar expuesto a la lluvia, como un árbol.
Ramón H. Oliva